Portuaria.
Virgen en tierra ceniza
rotación de sombra
te mueves
te dilatas
salitre habituado a tu ancla desastre
erizo
hueco mientras
mástil
Fattimé se desnuda en pies de agua
su cuerpo anochece en un sexo de olvido
como un lastre mañana solitaria se derrama
ninfa degollada hambrienta de sus senos
por un instante casta
se envuelve en sus escamas
fatigada vuelve.
jueves, octubre 27, 2005
Fango en la autopista
Fango en la autopista.
Las 3 de la mañana, una bolsita de té se ahoga en el agua hirviendo; los acróbatas de cuello de cisne han terminado su acto. La oscuridad se alarga como un plástico, guante en la mano de la enfermera, que con un bisturí concluye la autopsia de un murciélago; el resto de la madrugada es un cigarro apagado en un plato. Mañana el miedo se irá con el olor de un café negro.
En ese cuarto la nostalgia es un ovillo de gusano, un pavor al asiento del auto, una blusa blanca cosida a tu espalda. No es la primera vez que me niegan una pieza. Vuelvo a la cama. Las demacradas sombras se desploman en el ombligo de un muerto.
Tú, calavera oculta bajo la falda del otoño, te escondes de mi mano.
Se cierran mis ojos, no duermo, le temo a la eterna pesadilla de ver rostros en las paredes, en las puertas, en las alfombras, incluso a veces en los rostros de la gente, en sus caras de payaso.
Melancolía de mosca en el fango de una autopista vacía.
A veces te extraño, porque no hay quien acaricie al perro o quien me clave un cuchillo por la espalda mientras asomo por el ojo de la aguja.
Las 3 de la mañana, una bolsita de té se ahoga en el agua hirviendo; los acróbatas de cuello de cisne han terminado su acto. La oscuridad se alarga como un plástico, guante en la mano de la enfermera, que con un bisturí concluye la autopsia de un murciélago; el resto de la madrugada es un cigarro apagado en un plato. Mañana el miedo se irá con el olor de un café negro.
En ese cuarto la nostalgia es un ovillo de gusano, un pavor al asiento del auto, una blusa blanca cosida a tu espalda. No es la primera vez que me niegan una pieza. Vuelvo a la cama. Las demacradas sombras se desploman en el ombligo de un muerto.
Tú, calavera oculta bajo la falda del otoño, te escondes de mi mano.
Se cierran mis ojos, no duermo, le temo a la eterna pesadilla de ver rostros en las paredes, en las puertas, en las alfombras, incluso a veces en los rostros de la gente, en sus caras de payaso.
Melancolía de mosca en el fango de una autopista vacía.
A veces te extraño, porque no hay quien acaricie al perro o quien me clave un cuchillo por la espalda mientras asomo por el ojo de la aguja.
Subsuelomandarina.
Subsuelomandarina.
Para: Anabel
Te levantas
miras la hora
tenedor en fiesta de cucharas esperando la cena
te aburres
el reloj mastica tu muñeca izquierda
luego el antebrazo, el hombro, un seno, ombligo, tu sexo
Esperas con la firme convicción de una perilla en la puerta
como quisieras ir al encuentro de esa mano
que te invite a saltar por la ventana
para consumar la fuga y empezar el olvido
mientras caminas buscando un amante.
Jonás y su ballena
Palabras sólo palabras
suelen ser alfileres penetrándome el oído
bello ese acto erótico de escribir
aun me duelan los cartílagos
y los músculos se acalambren
luego
la renuncia a todo
autómata de insinuadas formas
escarabajo
tierra pasada por agua echando raíces
vertical me descargo
orgasmo de orquídeas en una alambrada solitaria
pero a ti nada te importa
la poesía es pensar
alejarse
lo tuyo es un discurso de grandes plumas
pavo real en ritual de apareamiento
Te marchas con tu blusa amarilla y tus violentos ojos claros
en un andar entre espinas
me doy cuenta que estoy desahuciado
colgando de un hilo de baba
revuelto en las voces que me hablan
cuando estoy
como ahora
sumido en un subsuelomandarina
de abatidas lenguas.
Para: Anabel
Te levantas
miras la hora
tenedor en fiesta de cucharas esperando la cena
te aburres
el reloj mastica tu muñeca izquierda
luego el antebrazo, el hombro, un seno, ombligo, tu sexo
Esperas con la firme convicción de una perilla en la puerta
como quisieras ir al encuentro de esa mano
que te invite a saltar por la ventana
para consumar la fuga y empezar el olvido
mientras caminas buscando un amante.
Jonás y su ballena
Palabras sólo palabras
suelen ser alfileres penetrándome el oído
bello ese acto erótico de escribir
aun me duelan los cartílagos
y los músculos se acalambren
luego
la renuncia a todo
autómata de insinuadas formas
escarabajo
tierra pasada por agua echando raíces
vertical me descargo
orgasmo de orquídeas en una alambrada solitaria
pero a ti nada te importa
la poesía es pensar
alejarse
lo tuyo es un discurso de grandes plumas
pavo real en ritual de apareamiento
Te marchas con tu blusa amarilla y tus violentos ojos claros
en un andar entre espinas
me doy cuenta que estoy desahuciado
colgando de un hilo de baba
revuelto en las voces que me hablan
cuando estoy
como ahora
sumido en un subsuelomandarina
de abatidas lenguas.
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