sábado, agosto 13, 2005

El amor es un caminar de huesos muertos en una ciudad mojada.
Nunca conocí río de la plata
..........................sólo escuche a Calamaro mientras ella
se desnudaba.

Dorothy y el hombre de hojalata.

Se fueron abriendo tus labios; afuera todo se detiene, los autos, los niños, incluso el semáforo de la avenida. A lo lejos el sol se consume dejando tiras naranjas en el horizonte.
¿Nos volveremos a ver?, susurras cuando mi lengua te lo permite y yo no contesto, soy un loco condenado a buscarte a ciegas. Me aferro a tu rostro, te beso como si fuera la última vez y es la última, lo sé.
Mientras tus uñas se anidan en mi espalda, me vas marcando los dientes en mi hombro, pero nada importa; la vida es un dolor continuo.
Después de ese minuto cero, todo cambio de rumbo.
Las horas se clavaron en los muebles, mientras yo, cobijado en tu vientre, veo como los relojes mueren en los dedos de tus pies, ¿cuan perverso se puede ser en el preciso instante en que te veo con un hilo de sangre en el dorso y un cuchillo clavado en el pecho?
Horas mas tarde las avenidas se llenan, lucen vacíos los cines, los barcos arden en la playa; en la esquina, el hombre de hojalata golpea sus tacones, mientras espera con ansia buscar su corazón, en el pecho de otra Dorothy.
Nos miramos con la furia de los amantes
entonces tú, me tomaste de la mano;
no es que no quisiera pagarte
es que deje la cartera en el auto.
No te merecías un poema
sólo tuviste suerte de que te incluyera en uno.

Libélulas.

Dos siluetas ocultas por las sábanas
se acarician, después se rompen.

Lo siento, el tráfico está imposible;
el café de las 6:30 pasa inadvertido,
en nuestra mesa un cigarro muere
no dices nada,
lo primero que aprenden los amantes
es a hablar con los ojos.

Sólo dos cucharadas de azúcar,
apuro el trago, miro el reloj;
la avenida se llena de autos
cada cinco minutos,
los miro por el espejo
un chevrolet azul se detiene frente a la ventana,
dos niños juegan en el asiento trasero.

Una mesera se convierte en equilibrista,
la ciudad se vuelve sombras
caminando por las calles,
todos apuran el paso;
las 7 y 15, se me hace tarde
me doy cuenta que hay una libélula
sentada en la silla;
no te escuché, lo siento.

Meridiano

La noche es un cuerpo que se tiende horizontal, perpetuo, lleno de silencios,
Un vientre lleno de caricias que persigue gaviotas en un cajón plegado y se pierde en laberintos que crecen desde sus muslos. El día es una consecuencia, un camino, una casa, una mesita llena de dulces, tres libros en la sala.
Para Soledad, la vida es una botella de vodka; lo demás es un cobijo, unas pupilas, un cementerio lleno de voces.
Soledad es Buenos Aires, Plaza de Mayo, Río de la Plata.
Soledad es una tumba, un crucifijo de agua salada.

Girasoles

La penumbra destilaba, el abandono tiene la forma de un vientre abultado, fermentado, la intimidad es una serpiente revolcándose en el piso. Cierras los ojos, las garrapatas se alimentan con tu sangre. Quedas inmóvil, vacía.
De nuevo eres un embrión buscando asilo, te vistes con la piel de otros. Las salamandras en tu ombligo hacen nido, te lastiman, te muerden, ese dolor de siempre que viene y va como las voces en tu cabeza.
Abres los ojos, las pupilas se dilatan, la oscuridad se convierte en rostros, en niños que beben de tus pechos; te sientes un insecto prendido con alfileres, no puedes moverte, apenas si respiras.
Los días, como tú, se desgajan; ahora eres una sombra que camina, te sientas en los rincones, pálida, muerta, ceniza, dibujas flores en tus piernas y cantas canciones de cuna a los gusanos en tu cocina.

Avispero

En un corredor
nos besamos
lenguas de molusco
mártires de alfombra.

Números que no dicen nada
y la llave de latón
una puerta abierta.

Nos inventamos nombres
haces una llamada
cruce de tranvías
maratón de hormigas
guía de buenas voluntades.

Mariposas de circón
en tu vientre
eso me hubiera gustado
no esto
el despertador
“ con la frente marchita, cantaba Gardel”
postales desde Argentina.

Las moscas no tienen memoria.

Había que ser breves, respirar de a poco, moverse lento por entre las sombras, abrir puertas, inventarse cerraduras; ser como larvas descubriéndolo todo.
Había que ser fantasmas, Teresa, para besarnos en este mundo, había que buscarnos con ojos ciegos, acariciarnos con los parpados, y al final, convertirnos en moscas.
Pero no lo hicimos.
Alguien me dijo que las moscas no tienen memoria. Que no deberían de tenerla.

En las ventanas.

De nuevo los rituales: las flores, los cuerpos podridos, las ausencias, la tumba de agua, el olor a muerte.
Hoy los espectros rodean mi cama, me cobijan, preguntan por ti con un dolor abierto entre sus manos. Yo les enseño aquella fotografía, cuando sin saberlo, los días eran un altar de muertos cotidiano.

Vespertinos

Una pared
con sombras
se cuelga de mis sueños.

Un espasmo mi cabeza
un revólver
un gato
el insomnio una caja.

Raíces de otros
crecen por mis brazos
infatigables hormigas
bajo la sábana
no me muevo
no quiero despertarla.

Una silueta de cal ocupa mi cama
Duermo con ella
Le llevo café por las mañanas.

Ámbar rojo.

El aroma de los lirios se enreda en tu cabello, el sol baila con la cortina. Tendida en la cama tu bata de seda se confundía con las sábanas.
La honestidad es brutal.
Te sentiste ultrajada, violada por tres palabras, no por mil, no por cien, tres palabras y descubriste entonces, te descubriste.
La noche era un jaguar, sus colmillos abrieron la carne, un gemido salio de tu boca.
Silvana; siempre Silvana, Madrid es una postal en el espejo. Las máscaras, con figuras precolombinas, te miran, siempre en silencio, ojos de madera enclavados en el tiempo, astillas penetrando tu vientre, horas más tarde, seco, como tus muslos, como tus dedos, como esa maldita ausencia que tienes metida dentro; de súbito, la mañana y el aroma de los lirios como una enredadera en tu cabello.

Un último tango.

Duermo en los rincones
las manos callan,
duelen los ojos.

Nombres que no se pronuncian,
historias que nunca hablan,
perfumes, voces.

Las plazas mudas,
los hoteles vacíos;
no más dulces de menta bajo la almohada.

Sabines y Cortázar han muerto,
un tango en la radio,
estoy ocupado.

Hoy pasan en el cine una película de Iñárritu
siempre evitamos los cines.