La penumbra destilaba, el abandono tiene la forma de un vientre abultado, fermentado, la intimidad es una serpiente revolcándose en el piso. Cierras los ojos, las garrapatas se alimentan con tu sangre. Quedas inmóvil, vacía.
De nuevo eres un embrión buscando asilo, te vistes con la piel de otros. Las salamandras en tu ombligo hacen nido, te lastiman, te muerden, ese dolor de siempre que viene y va como las voces en tu cabeza.
Abres los ojos, las pupilas se dilatan, la oscuridad se convierte en rostros, en niños que beben de tus pechos; te sientes un insecto prendido con alfileres, no puedes moverte, apenas si respiras.
Los días, como tú, se desgajan; ahora eres una sombra que camina, te sientas en los rincones, pálida, muerta, ceniza, dibujas flores en tus piernas y cantas canciones de cuna a los gusanos en tu cocina.
sábado, agosto 13, 2005
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