Había que ser breves, respirar de a poco, moverse lento por entre las sombras, abrir puertas, inventarse cerraduras; ser como larvas descubriéndolo todo.
Había que ser fantasmas, Teresa, para besarnos en este mundo, había que buscarnos con ojos ciegos, acariciarnos con los parpados, y al final, convertirnos en moscas.
Pero no lo hicimos.
Alguien me dijo que las moscas no tienen memoria. Que no deberían de tenerla.
sábado, agosto 13, 2005
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