sábado, agosto 13, 2005

Meridiano

La noche es un cuerpo que se tiende horizontal, perpetuo, lleno de silencios,
Un vientre lleno de caricias que persigue gaviotas en un cajón plegado y se pierde en laberintos que crecen desde sus muslos. El día es una consecuencia, un camino, una casa, una mesita llena de dulces, tres libros en la sala.
Para Soledad, la vida es una botella de vodka; lo demás es un cobijo, unas pupilas, un cementerio lleno de voces.
Soledad es Buenos Aires, Plaza de Mayo, Río de la Plata.
Soledad es una tumba, un crucifijo de agua salada.

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