martes, diciembre 06, 2005
miércoles, noviembre 30, 2005
Piedra sangre
Es demasiado el calor en sus rostros de bullicio
aun así se cobijan incitantes
se fingen esperanza en el exilio del noctámbulo
aquellos a los que nadie separa
ni su plural devoción al fango o su certeza de marioneta
Sin tregua
partisanos
se miran prófugos en la retina del amante
y ocultos se averiguan
Rendidos al veneno
extenuados
sus músculos tensan el desamparo
para luego a la menor señal de la sonrisa
convertirse en callejón sin salida
ellos entonces grieta
proyectil cuando su talle de rosa en la niebla relámpago
él buscando la incidencia en un cuerpo de montaña
rocío por sus hojas de tijera en ángulo
ella abriendo sus raíces en espera de un huésped
nada les consta
sólo subsisten en la sumisa huella
el aroma de enemigos los envuelve
se proclaman lluvia
baba espesa savia de bosque entre las venas
La lubricidad entre sus sexos es la penumbra que antecede al colapso
a ese golpe de luciérnaga que curva la espalda
y que pone la carne de gallina
entonces se respiran
se sienten en el otro
jadeando
agotados
musgo apenas en sus raíces de árbol
Ellos se visten de manos
se prodigan caricias en sus cuerpos de sombra
para después sacudir esa piel de estanque con la que llegaron
y que ya no les pertenece
porque ahora la luz que les brota de los ojos
es suficiente para cubrirles los huesos
El cuarto húmedo pétalo envolviéndolos
la noche se alarga.
El principio del dolor
Con el miedo pegado a mis cicatrices te espero
con la guardia baja
alardeando
balanceándome entre tus colmillos de pantera
espero no recibir un jab en mi mandíbula
que me haga caer a la lona
y levantes los brazos
convencida de que al final
todo se rige por la sutil oscilación de tus cejas
Sin embargo
sigo en la contienda
no basta con evitar tus movimientos de felina
ni siquiera mi juego de piernas para sortear tus manos
que sin guantes con artificios de bufón
engaña mi fragilidad de Caín
y te recibo
metralla húmeda en mi boca
pierdo el equilibrio
me desplomo
contorsionista en hilo de seda que al caer besa el blanco de tus ojos
empiezo a ser un esclavo de tus cuerdas
sin mencionar tu ombligo o tu pelo
de nuevo el conteo
un murmullo en la boca de no se quien
me doy ánimos
no todo está perdido
y me levanto con el trastabillar de un payaso de rodeo
para seguir siendo sacudido por tu cadera
entonces un puño contra el abdomen
y tus dedos arrancándome el corazón
te miro vencedora
en una esquina
enarbolando mis entrañas
haciendo ese bailecito que tanto me desagrada
pero no hay remedio
se que he perdido
que no habrá mas batalla
y que aquella que hoy se alza triunfadora
mirándome como gata en celo
le pertenece mi vida
sin mas remedio que la circunstancia
cerrando los ojos me enamoro.
jueves, octubre 27, 2005
Portuaria
Virgen en tierra ceniza
rotación de sombra
te mueves
te dilatas
salitre habituado a tu ancla desastre
erizo
hueco mientras
mástil
Fattimé se desnuda en pies de agua
su cuerpo anochece en un sexo de olvido
como un lastre mañana solitaria se derrama
ninfa degollada hambrienta de sus senos
por un instante casta
se envuelve en sus escamas
fatigada vuelve.
Fango en la autopista
Las 3 de la mañana, una bolsita de té se ahoga en el agua hirviendo; los acróbatas de cuello de cisne han terminado su acto. La oscuridad se alarga como un plástico, guante en la mano de la enfermera, que con un bisturí concluye la autopsia de un murciélago; el resto de la madrugada es un cigarro apagado en un plato. Mañana el miedo se irá con el olor de un café negro.
En ese cuarto la nostalgia es un ovillo de gusano, un pavor al asiento del auto, una blusa blanca cosida a tu espalda. No es la primera vez que me niegan una pieza. Vuelvo a la cama. Las demacradas sombras se desploman en el ombligo de un muerto.
Tú, calavera oculta bajo la falda del otoño, te escondes de mi mano.
Se cierran mis ojos, no duermo, le temo a la eterna pesadilla de ver rostros en las paredes, en las puertas, en las alfombras, incluso a veces en los rostros de la gente, en sus caras de payaso.
Melancolía de mosca en el fango de una autopista vacía.
A veces te extraño, porque no hay quien acaricie al perro o quien me clave un cuchillo por la espalda mientras asomo por el ojo de la aguja.
Subsuelomandarina.
Para: Anabel
Te levantas
miras la hora
tenedor en fiesta de cucharas esperando la cena
te aburres
el reloj mastica tu muñeca izquierda
luego el antebrazo, el hombro, un seno, ombligo, tu sexo
Esperas con la firme convicción de una perilla en la puerta
como quisieras ir al encuentro de esa mano
que te invite a saltar por la ventana
para consumar la fuga y empezar el olvido
mientras caminas buscando un amante.
Jonás y su ballena
Palabras sólo palabras
suelen ser alfileres penetrándome el oído
bello ese acto erótico de escribir
aun me duelan los cartílagos
y los músculos se acalambren
luego
la renuncia a todo
autómata de insinuadas formas
escarabajo
tierra pasada por agua echando raíces
vertical me descargo
orgasmo de orquídeas en una alambrada solitaria
pero a ti nada te importa
la poesía es pensar
alejarse
lo tuyo es un discurso de grandes plumas
pavo real en ritual de apareamiento
Te marchas con tu blusa amarilla y tus violentos ojos claros
en un andar entre espinas
me doy cuenta que estoy desahuciado
colgando de un hilo de baba
revuelto en las voces que me hablan
cuando estoy
como ahora
sumido en un subsuelomandarina
de abatidas lenguas.
martes, septiembre 06, 2005
Después de ayer.
Después de ayer.
Jugamos a mudarnos la piel, a rasgarnos la carne y descubrir en el otro, el placer entre los huecos de las uñas.
Desde que cruzamos la mirada lo supiste, nuestros ojos se agrandaron como bocas, entonces las pupilas como dos lenguas que entre blancos y rosas abren la función; a la derecha una mesa.
La conciencia es una braga en la cama, armario con 4 vestidos y 3 camisas, por si, como ahora, con tu blusa levantada, nos buscamos en el sueño de las termitas.
Nos rasguñamos las manos, un breve dolor dulce se gangrena, se filtra por el techo. Apoyando apenas los labios en los dientes fingimos ser otros, todo es confuso, incluso mi nombre.
En una espiral claudican mis párpados, tú me muerdes, el placer se desdobla, todo queda claro, nunca antes fue tan sencillo entender el arco de tu ceja, cuando como ahora el gesto es sangre. Tu sexo, antes clandestino, hoy caracola, rosario en las manos equivocadas.
El tiempo pasa inadvertido.
Tu voz turbia, mi aliento a cigarro, un sol que carcome tu falda, despedida; casi todos imaginamos una espalda que se disuelve en la acera, como una película barata en la que los amantes viven felices para siempre; (como si le aburrimiento no existiera), corte a negros, nos vamos a créditos, se cierra la puerta.
El camino de regreso siempre es más largo.
Dog house.
Dog house
Bajo un sol de aliento moribundo
la vida se resume
en los extraños que me patean
y los que me ignoran como un vil saco de pulgas
.............. lo sé
Si tan sólo pudiera comer cualquier cosa
el hueso rancio
o la carne podrida dejada en un basurero
pero es tarde
........un gruñido me aleja
...................demasiado viejo
sobradamente muerto para esta ciudad de perros hambrientos
A veces
sólo a veces
un ladrido sale de mi boca
ahogado
extenuado
herido en esta soledad de cuatro patas que llenan mis ojos de lagañas.
Cansado me lamo la pata que ayer a mitad de la noche alcanzó a ser mordida
disputa de colmillos y dientes
donde vencedor y vencido
fuimos expulsados de ese festín
de comida y desperdicios
que nadie
aparte de nosotros
quiere.
Uno tras otro los días son iguales:
zapatos, tenis, piernas, llantas
el oler de mierda y orines en todo y en todos
malditos sean esos desconocidos que se burlan
que me gritan moviendo sus patas al aire
como si supieran ellos lo que es vivir tan cerca del suelo
tan alejado de ese nirvana lúdico
sin hocicos babeantes
y sin garrapatas en ayuno
entonces la fatiga es tu única compañía
agotado y harto te lanzas hacia un auto
esperando que dios sea perro
y que el paraíso sea un jardín o cuando menos una plaza
donde al fin puedas descasar tranquilo.
Eje vertical.
Eje vertical.
Tú
grano de arena en mi uña
océano de ojos que se cuelgan de mi mano
ausencia a voces en la garganta muda.
Frontera espesa
Frontera espesa.
mis labios se cosen a tu cuerpo
señal de abandono
circunstancia
cartero esperando una invitación formal a la cena
cacería
una mano sin culpa se presenta
irreconocible
en el fondo de una pecera
y tú llegando tarde a todo
como siempre
.................. como ahora
nunca más
entonces el deseo
un guante desechable
en la mano de homicida
que en tu ombligo se come los muros desiertos de Antofagasta
es la última vez que mi placer se pega a tu lengua
te lo juro
punto y seguido
tu contorno terciopelo perverso
silueta atrás de la ventana que siempre permanece cerrada
en la garganta del ahogado
mortal escalofrió
adúltero escondido en los dedos de un pianista
que exquisito desviste
lo que fue
..............lo que no
cadáver de insinuadas sombras bajo el árbol de los ahorcados
invisible enredadera
que crece por tus muslos a la deriva entre saliva y apetito
un jalar de aire con la cabeza perdida en el retrato de la infancia
el capitán salio a comer y los marineros tomaron el barco
gemido
la ocasión perfecta para huir de ella
pero no
me quedo dentro
invernando
no importa que el fin del mundo esté cerca a la vuelta de la esquina
vistiendo de rojo
punto y aparte
Tu mirada flota
sutil
inagotable
montura hostil
alrededor de piernas y tobillos
niña extraviada de la mano de un desconocido
con acento extranjero
un beso
sólo uno
en el museo de cera los veladores hacen su último rondín
punto y coma
la noche
animal herido se desfigura entre la cortina
las reglas del juego han cambiado
las máscaras traslucen parpados
cicatrices
tus senos ahora vestidos son distancia
remitente colgando del hilo de una araña
que muere en la suela de un zapato en una autopista solitaria
a nadie el importa
a nadie le importa el salitre en tus uñas de puerto
punto y aparte
en una semana nada
abismo
catapulta de postales
malabares de payaso en una lavandería intentando desteñir
tu recuerdo de mi ropa
pero nada
nostalgia
asomo de ambos en las calles de Santiago
avejentadas como pasaporte en la mesa esperando un pase de salida
aeropuerto
punto final
la mañana es una mariposa en tus labios agitando sus alas
la distancia es una boca abierta
tragándose el tiempo.
lunes, septiembre 05, 2005
Sincronía.
Sincronía.
El juego erótico del caballo termina en tu falda
invitación a la cena
donde un trozo de carne
jinete vestido de rojo sale a la caza
entonces tus manos
pequeñas salamandras suben por mis brazos para poner sus crías
los minutos son una manzana en la mesa
nada importa
nada es para siempre
la madrugada espalda abierta
el cielo graznar de cuervos que mastican tu cabello
de súbito
................tu ombligo
una costilla otra costilla
malabares de niño en las ruedas oxidadas de un triciclo abandonado
en los arbustos de un jardín pleno de insectos
te descubres como una garza
.................solitaria
copulando
devorando garrapatas con su pico en mi entrepierna
tus rodillas se mueven
saltas de una rama a otra
cuestión de equilibrio el comer a pleno vuelo
se rinden los acróbatas en el escenario
BIENVENIDOS al circo de pulgas
Mañana
...........función de fenómenos
.......................................localidades en venta.
Entonces sólo entonces el acantilado.
La mañana se disfraza de oficina
un breve veneno en la punta de la lengua
nostalgia envejecida del instante de las musarañas
después el invernadero
la planta de plástico que me acompaña mientras me pregunto
dónde diablos están mis pantalones
sabes bien que me aturden las despedidas
ese beso en la mejilla con sabor a cigarro
y los pasos
cerraduras que se ahogan en mis dedos de espantapajaro al cerrar de la puerta
para renunciar al cobijo de tu sombra.
A lo lejos la lluvia atraviesa un muerto.
En esta ciudad de topos
la avenida se llena de suicidas
cada esquina un hormiguero donde la gente se convierte en comida para perro
avestruces que se cubren
ocultando sus rostros
pero nada importa
el cielo es golpe
cama hambrienta
como un augurio tus ojos pegados al espejo
el agua los arrulla
llueve
..........llueve
....................llueven
las gotas
caen livianas sobre los gusanos
las amapolas se ocultan en tu apacible cuerpo
cadáver
mi cuarto es un fatigado murciélago para una niña dormida con el vestido blanco de su abuela.
Juego de salamandras
Te he visto sepultada bajo el ojo de una hormiga
musitando nombres
en fauces de tiniebla
escarabajo en eco de tierra
asombro de pecado
igual que yo
desvistiendo muñecas
al igual que tú
sediento
Me he visto despiadado
aturdido en tu gravedad de luna
naranjo espera el aguacero
sus frutos al polvo
silueta tras el espejo aguardo por ti
y tú destazando sueños cuchillo de hueso
apagada víctima
aún no lo sabes.
sábado, agosto 13, 2005
Dorothy y el hombre de hojalata.
¿Nos volveremos a ver?, susurras cuando mi lengua te lo permite y yo no contesto, soy un loco condenado a buscarte a ciegas. Me aferro a tu rostro, te beso como si fuera la última vez y es la última, lo sé.
Mientras tus uñas se anidan en mi espalda, me vas marcando los dientes en mi hombro, pero nada importa; la vida es un dolor continuo.
Después de ese minuto cero, todo cambio de rumbo.
Las horas se clavaron en los muebles, mientras yo, cobijado en tu vientre, veo como los relojes mueren en los dedos de tus pies, ¿cuan perverso se puede ser en el preciso instante en que te veo con un hilo de sangre en el dorso y un cuchillo clavado en el pecho?
Horas mas tarde las avenidas se llenan, lucen vacíos los cines, los barcos arden en la playa; en la esquina, el hombre de hojalata golpea sus tacones, mientras espera con ansia buscar su corazón, en el pecho de otra Dorothy.
Libélulas.
se acarician, después se rompen.
Lo siento, el tráfico está imposible;
el café de las 6:30 pasa inadvertido,
en nuestra mesa un cigarro muere
no dices nada,
lo primero que aprenden los amantes
es a hablar con los ojos.
Sólo dos cucharadas de azúcar,
apuro el trago, miro el reloj;
la avenida se llena de autos
cada cinco minutos,
los miro por el espejo
un chevrolet azul se detiene frente a la ventana,
dos niños juegan en el asiento trasero.
Una mesera se convierte en equilibrista,
la ciudad se vuelve sombras
caminando por las calles,
todos apuran el paso;
las 7 y 15, se me hace tarde
me doy cuenta que hay una libélula
sentada en la silla;
no te escuché, lo siento.
Meridiano
Un vientre lleno de caricias que persigue gaviotas en un cajón plegado y se pierde en laberintos que crecen desde sus muslos. El día es una consecuencia, un camino, una casa, una mesita llena de dulces, tres libros en la sala.
Para Soledad, la vida es una botella de vodka; lo demás es un cobijo, unas pupilas, un cementerio lleno de voces.
Soledad es Buenos Aires, Plaza de Mayo, Río de la Plata.
Soledad es una tumba, un crucifijo de agua salada.
Girasoles
De nuevo eres un embrión buscando asilo, te vistes con la piel de otros. Las salamandras en tu ombligo hacen nido, te lastiman, te muerden, ese dolor de siempre que viene y va como las voces en tu cabeza.
Abres los ojos, las pupilas se dilatan, la oscuridad se convierte en rostros, en niños que beben de tus pechos; te sientes un insecto prendido con alfileres, no puedes moverte, apenas si respiras.
Los días, como tú, se desgajan; ahora eres una sombra que camina, te sientas en los rincones, pálida, muerta, ceniza, dibujas flores en tus piernas y cantas canciones de cuna a los gusanos en tu cocina.
Avispero
nos besamos
lenguas de molusco
mártires de alfombra.
Números que no dicen nada
y la llave de latón
una puerta abierta.
Nos inventamos nombres
haces una llamada
cruce de tranvías
maratón de hormigas
guía de buenas voluntades.
Mariposas de circón
en tu vientre
eso me hubiera gustado
no esto
el despertador
“ con la frente marchita, cantaba Gardel”
postales desde Argentina.
Las moscas no tienen memoria.
Había que ser fantasmas, Teresa, para besarnos en este mundo, había que buscarnos con ojos ciegos, acariciarnos con los parpados, y al final, convertirnos en moscas.
Pero no lo hicimos.
Alguien me dijo que las moscas no tienen memoria. Que no deberían de tenerla.
En las ventanas.
Hoy los espectros rodean mi cama, me cobijan, preguntan por ti con un dolor abierto entre sus manos. Yo les enseño aquella fotografía, cuando sin saberlo, los días eran un altar de muertos cotidiano.
Vespertinos
con sombras
se cuelga de mis sueños.
Un espasmo mi cabeza
un revólver
un gato
el insomnio una caja.
Raíces de otros
crecen por mis brazos
infatigables hormigas
bajo la sábana
no me muevo
no quiero despertarla.
Una silueta de cal ocupa mi cama
Duermo con ella
Le llevo café por las mañanas.
Ámbar rojo.
La honestidad es brutal.
Te sentiste ultrajada, violada por tres palabras, no por mil, no por cien, tres palabras y descubriste entonces, te descubriste.
La noche era un jaguar, sus colmillos abrieron la carne, un gemido salio de tu boca.
Silvana; siempre Silvana, Madrid es una postal en el espejo. Las máscaras, con figuras precolombinas, te miran, siempre en silencio, ojos de madera enclavados en el tiempo, astillas penetrando tu vientre, horas más tarde, seco, como tus muslos, como tus dedos, como esa maldita ausencia que tienes metida dentro; de súbito, la mañana y el aroma de los lirios como una enredadera en tu cabello.
Un último tango.
las manos callan,
duelen los ojos.
Nombres que no se pronuncian,
historias que nunca hablan,
perfumes, voces.
Las plazas mudas,
los hoteles vacíos;
no más dulces de menta bajo la almohada.
Sabines y Cortázar han muerto,
un tango en la radio,
estoy ocupado.
Hoy pasan en el cine una película de Iñárritu
siempre evitamos los cines.